El tiempo estaba agitado.
Eso era algo que se veía a simple vista; el cielo de pronto se había convertido en un bosque de caos relampagueante. El viento golpeaba con fuerza las ventanas de la casa, que trastabillaban en ecos por cada una de las habitaciones vacías del hogar. Pronto habría tormenta. Una que, sin duda, sería de lo más alucinante.
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